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1/12/16

Globología

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Un día como hoy pero de 1908 se funda el Club Atlético Huracán, conocido por todo el mundo como el Globo de Parque Patricios. De pronto, la fecha nos hizo acordar a la anécdota del globo de Sirimbani que cuenta Jaurteche en Pantalones cortos así que aprovechamos para compartir el libro y de paso para contagiarnos del espíritu discutidor de Don Arturo.

Venimos leyendo el debate sobre la Ley de Emergencia Económica y la compleja relación entre los movimientos sociales considerados dentro del campo nacional y popular que consiguen, arrancan o negocian algunas reivindicaciones en el marco del gobierno macrista. No queremos insistir en argumentos ya enunciados, que hablan por sí mismos y más allá del tono más o menos crudo van empezando a darle cuerpo a un debate interesante entre los que se sienten en el espacio nacional y popular. Es posible que una falta de entrenamiento en la discusión interna genere cierta tensión pero no tenemos que tenerle miedo al intercambio de ideas. 

Una de las lecturas interesantes la encontramos en Pájaro Rojo y la escribió Teodoro Boot. La oración que cierra la nota dice “Enfrentamos a un auténtico Partido del Extranjero ante el que lo peor que podemos hacer es seguir creando divisiones y sembrando cizaña por celos, prejuicio, o peleas subalternas” y nos dieron ganas de sumarnos al debate no para pelear sino porque compartimos el espíritu constructivo de la discusión y creemos que mejora nuestras chances colectivas.

Escribe algo muy interesante que es lo que queremos poner en discusión:

“Pasa que si no entendemos que no somos un partido político, una suma de sindicatos ni un movimiento de pacotilla, algo así como una réplica berreta del falangismo o el fascismo, sino que somos (o debemos ser, o vamos siendo) un movimiento complejo, tumultuoso y contradictorio, un frente nacional, el germen, el embrión de una nueva sociedad, si no entendemos que debemos ser la nación en su ir siendo… pues no entendemos nada”.

“Lo otro, que si Cristina sí, que si Cristina no, es pura tontería. Hay que construir un movimiento y un frente nacional, que es un organismo vivo, lleno de tensiones y contradicciones. Y conducirá este proceso quien sea capaz de conducirlo. Si a Cristina le da la talla, nos ahorraremos mucho tiempo y sacrificios. Si no le da, mala suerte, y a llorar a la iglesia”.

Elegimos estos párrafos porque sintetizan de alguna manera un mapa político en el que muchos compañeros están pensando y nos parece que podríamos pensar en otro. 

Es natural que los distintos actores políticos que hasta el 10 de diciembre formaban parte del heterogéneo espacio que apoyaba a Cristina ahora tengan iniciativas propias y vayan generando hechos, reivindicaciones y hasta (aunque sea “pequeñas”) conquistas dentro del nuevo sistema crudamente neoliberal del nuevo gobierno. Y también lo es que para eso se junten con otros que eran críticos con el kirchnerismo pero también lo son con el macrismo. En lo que no coincidimos es en analizar el presente como si la experiencia kirchnerista hubiese sido un paréntesis cerrado y de pronto repitamos los mismos esquemas de análisis que antes del 2003, después de doce años de gobiernos populares hay un saldo político significativo en cuanto a organización y conciencia popular. Claro que es poco para volver mañana pero también es mucho como para no tenerlo en cuenta al momento de analizar la realidad del campo nacional y popular.

En la década del noventa, en un contexto de políticas de ajuste estructural y transferencia de recursos similar al de hoy (se podría decir incluso que hasta menos evidente y salvaje), reclamar paliativos tenía un sentido diferente. La última experiencia popular había sido la efímera primavera camporista treinta años atrás y con la dictadura de por medio. En esos días, plantear la posibilidad real de un modelo político, económico y social radicalmente opuesto era sino imposible, por lo menos abstracto.

Hoy en cambio, estamos a tan solo un año de que un gobierno popular, con una líder nítida, en el punto más alto de compromiso militante y claridad conceptual, entregara el mandato con la plaza más llena de las últimas décadas y con el 48% de votos para el Frente para la Victoria. Está claro que a nadie se le puede imponer una conducción y mucho menos sin la Casa Rosada atrás, sin embargo es evidente que Cristina sigue sintetizando y representando, electoral y emotivamente, el mayor volumen de sectores populares organizados y no organizados. 

No estamos planteando que no se le pida, exija, o arranque nada al gobierno de Macri. Ahora, si “hacer acuerdos políticos y lanzar propuestas electorales que nos permitan ir construyendo una nueva mayoría” es poner en discusión la conducción de Cristina, no es malo transparentar el debate. En este panorama, no pensamos que sea una tontería o una cuestión menor preguntarse “si Cristina sí o si Cristina no”. Y no lo planteamos desde un lugar de disciplinamiento, de aceptar órdenes ni imposiciones orgánicas. Ni siquiera lo decimos desde el lugar más humano de defenderla de la persecución infame de la que viene siendo víctima. De eso se encarga ella y los que quieran bancarla sin reclamarle nada a nadie. Lo decimos desde un lugar, si se quiere, de realismo político y electoral. Por dos cuestiones: en primer lugar porque, repetimos, sigue siendo querida por el pueblo a pesar de la campaña más violenta y sofisticada que haya existido en nuestro país contra una persona. Pero además, lo decimos porque Cristina garantiza que esa alternativa electoral sea realmente una alternativa en el sentido profundo.

A veces pareciera que fuera fácil construir representaciones genuinas y liderazgos populares y que la conducción política se rigiera por las leyes del libro juego de la oferta y la demanda. Justo ahora cuando muchos de los dirigentes que reclamaban candidaturas en representación de un modelo y un programa político determinado, de pronto pasaron de la barricada a la banca y ahora acompañan políticas conservadoras y reclaman autocriticas siempre ajenas. El cuero de los dirigentes se ve cuando las coyunturas cambian y siguen en la misma vereda. 

Las conducciones surgen naturalmente pero hay momentos en donde se fortalecen y hay otros momentos donde se bancan. Sobre todo en coyunturas como la actual en la que hay dos proyectos tan ostensiblemente antagónicos que atraviesan la historia de nuestro país y las “anchas avenidas del medio” no son otra cosa que una bicisenda de la derecha. Y por si fuera poco Cristina, en lugar esconderse o especular con la persecución judicial se muestra más activa, más presente y con mayor claridad conceptual para interpelar a la militancia y al pueblo que todos los dirigentes juntos.

Y no es que eso sea sectarismo ni dogmatismo. Mucho menos alguna especie de foquismo. Lo cierto es que volver a ser gobierno tiene sentido solo si podemos garantizar un programa alternativo que garantice la redistribución de la riqueza y que además pueda tener el sustento político como para durar aún más que doce años. Por cierto que esto no significa necesariamente hacerle el juego a la derecha dejándola gobernar hasta que podamos volver “perfectos” pero tampoco hay garantías de “volver” apostando por la moderación o por hacer acuerdos de superestructura con poco sustento ideológico. En todo caso, no pretendemos pecar de ingenuos ni de románticos por el simple hecho de ir construyendo una fuerza política amplia, heterogénea y hasta tumultuosa pero con el eje más acá que allá. Y con Cristina conduciendo.

29/11/16

Peras con Olmos

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Un día como pero de 1964 Boquita empata 1 a 1 con River y sale campeón en su cancha, con los quetejedi de invitados especiales. Días después, el pueblo xeneize organiza una pintada masiva por todo el barrio que se puede ver mejor en La Passucci, que la extrañamos tanto.

Tres años más tarde, el dirigente peronista Amado Olmos publica este texto de autocritica sobre lo que venía haciendo parte del sindicalismo en relación a las dictaduras y "democracias" con proscripción que se sucedían luego de la Fusiladora del 55. 

Naturalmente que no pretendemos comparar peras con manzanas ni pedirle peras a Amado Olmos porque somos conscientes que esa época no es la misma que esta, que esos gobiernos no tenían la misma legitimidad de origen que el de hoy y que en el medio River se fue al descenso. Pero bueno, si los susodichos volvieron a Primera quién te dice que el debate ayude al pueblo a volver a tener un gobierno que defienda sus intereses.

LA AUTOCRITICA SINDICAL. 1967 (texto publicado en el libro Documentos de la Resistencia Peronista de Baschetti)

Amado Olmos, Federación de trabajadores de la sanidad

La legalidad es la legalidad del régimen. Implantemos la legalidad de los trabajadores.

Los trabajadores y los sectores populares del país, desde 1946, nos hicimos “legalistas”. Creíamos en la ley y en el camino de la ley para defender nuestros intereses nacionales y sociales. Votamos en 1949 una Constitución en la que estaban perfectamente definidos y defendidos los intereses de la Patria y el pueblo argentino. Nos adherimos a sus esquemas institucionales y nos mantuvimos en los carriles fijados por sus estructuras. Cuando se produjo la contra-revolución de 1955 y se operó la restauración de los privilegios de algunos sectores de la población y del imperialismo, nos encontramos desarmados: nuestras organizaciones servían para actuar dentro de la ley, no fuera de ella. Además nuestros dirigentes habían sido educados para la negociación y no para la lucha. Dolorosamente se pagó el precio de estos errores.

Una generación de militantes gremiales y populares fue sacrificada en la pelea desigual y amarga contra los factores del privilegio nacional e internacional apoderados de la república.

Ese sacrificio, sin embargo no fue en vano: el gobierno de la restauración oligárquico-imperialista, debió retroceder y convocar a comicios. Así elegimos a Frondizi como el mal menor. Y, de este modo, equivocándonos nuevamente, reorganizamos el movimiento gremial sobre las bases de la legalidad que dejó intacto el manejo de los resortes del poder en manos de colonialistas de afuera y de adentro. Canjeamos por el plato de lentejas de una tolerancia oficial para con los gremios -siempre que nos tomásemos demasiado a pecho nuestros deberes- el derecho a ser los artífices del destino de grandeza de nuestra Patria.

Así vinimos arrastrando este mal de origen, hasta estos días en que la derrota viene a abrir los ojos sin posibilidad alguna de equivocaciones.

Asumimos la responsabilidad en lo que nos toca: también nos sentimos culpables de los que acontece, pero asumimos la responsabilidad sin limitaciones y estimamos que parte de esa responsabilidad, no la menos importante, es la de llevar hasta el fin este balance de lo que ha acontecido y formular públicamente propuestas sobre lo que hay que hacer para que ello no vuelva a repetirse.

Estábamos acostumbrados a la “legalidad”, repito, e hicimos de ella una especie de mito. Resultamos los mejores tramitadores de expedientes antes que los más decididos combatientes. Educamos en ese espíritu a nuestros cuadros y a nuestras bases. A cada atropello respondíamos no con la lucha sino con el recurso de amparo, cambiamos a Sorel por Vélez Sarsfield.

Nuestras huelgas fueron más expresión de esa voluntad de lucha, una forma de dar salida al descontento de las bases y una presión a los poderes públicos para lograr nuevas negociaciones. De este modo terminamos defendiendo nuevamente la “legalidad”, ignorando que esa legalidad no era la del pueblo ni la de los trabajadores ni la de la Patria, sino la legalidad del privilegio colonialista. Concluimos finalmente uncidos al carro del régimen, por aceptar la legalidad del régimen. Ese camino no podía conducirnos sino al desastre, de un modo inesperado pero inevitable y el desastre nos alcanzó.

Los colonialistas han querido siempre un movimiento gremial que se ocupe de construir colonias de vacaciones y hospitales, antes que preocuparse de construir una Patria. Nos toleran como atenuadores de las consecuencias sociales producidas normalmente por ellos: subdesarrollo y miseria. Para eso nos necesitan y a eso quieren limitarnos. Mientras estemos dedicados a ser los samaritanos de las enfermedades sociales y económicas que otros provocan en el país, seremos bien vistos y hasta recibidos con sus sonrisas en los salones desde donde los señores mandan, pero guay de nosotros si queremos defender a la Patria o al Pueblo o si procuráramos que la miseria general no se siga transformando en riqueza de algunos pocos. Entonces nos acusan de subversivos, se nos persigue y hasta se pretende aniquilarnos. Los colonialistas y sus amos solo nos permitirán sobrevivir de rodillas en su legalidad y al servicio de esa legalidad. ¿Estamos dispuestos los trabajadores y el pueblo a aceptar ese papel? ¿Los descendientes de los que vivieron, lucharon y murieron con San Martin, Quiroga, Peñaloza y Varela, renegaremos de sus memorias e ignoraremos el mandato de esos sacrificios? Estoy seguro que no. Sé que el pueblo no ha elegido un camino pero no ignoro que ha rechazado ya con agresiva decisión la capitulación y la entrega.

¿Qué debemos hacer? Hay que reconstruirlo todo. Comenzar desde abajo, abrir paso a los jóvenes militantes gremiales, reestructurar al nivel de fábrica y barrio las organizaciones gremiales, que, ahora en mas, no podrán ser separadas sino concebidas como vanguardias de organizaciones más vastas en las que estén y en las que confíen los sectores populares: organizar y promover a los trabajadores y al pueblo del interior argentino: organizar y promover la organización de los desocupados y de los sectores marginados en las villas miserias, organizarlo todo pero descentralizando y multiplicando los centros de organización.

Hay que hacerlo de un modo inmediato y directo. Las circunstancias no nos permiten trabajar en la Ley y por la Ley. La legalidad para los trabajadores, para el pueblo y para la Patria indudablemente no existe. No hay legalidad sino para algunos y para sus amos extranjeros. Volverá a haber legalidad para la Patria y para el pueblo cuando consigamos implantarla, pero ni un solo minuto antes.

25/11/16

Todo el bien, todo el mal

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Un día como hoy nos enteramos que muchas noches de resistencia peronista, allá por el año 56 o 57, los compañeros amenizaban la velada con un vinito y entonando la siguiente versión de Historia de un Amor:

Ya no estás más a mi lado General
Extrañamos tus sonrisas y tu voz
Y aunque ya no pueda verte
Peronista hasta la muerte
Seguiré cantando yo

Me dijeron que vendrías en avión
Yo deseo verte pronto en el balcón
Y cantando la marchita
Los muchachos peronistas
Alegramo’ el corazón

Es la historia de Perón
Como no hay otro igual
Que nos hizo comprender 
Todo el bien, todo el mal
Que le dio luz a mi Patria
La que apagaron después
Ay qué vida tan oscura
sin tu voz no viviré


24/11/16

Para Eddy du Perron con cariño

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Un día como ayer pero de 1976 muere André Malraux, un escritor francés siempre comprometido con las luchas populares. Entre otras cosas participó en la guerra civil española, en Indochina, se escapó de un campo de prisioneros, resistió la invasión alemana en Francia y además fue el primer Ministro de Cultura entre 1958 y 1969 durante el gobierno de De Gaulle. 

Justamente con De Gaulle visitaron la Argentina en 1964 y el pueblo peronista, por orden del Pocho, los recibió como a dos compañeros. Esos días, el gobierno de Illia metió en cana a muchos militantes que cantaban alegremente las consignas: “De Gaulle, Perón, Tercera posición, De Gaulle, Perón, un solo corazón”. Por las dudas, vale aclarar que un buen peronista sabe pronunciar cualquier idioma con tal de hacer rimas con Perón.

Y como bien canta la muchachada empoderada en estos tiempos, A volveeer, a volveeer, vamos a volveeer a recomendar lecturas de verano. En esta ocasión aprovechamos el recuerdo del compañero Malraux para compartir un hermoso libro que escribió en 1933 que se intitula La condición humana. Como no podía ser de otra manera, André ya se imaginaba por esos años de entreguerra, incluso antes que el mismísimo Perón, todo lo que iba a suceder años después en nuestra patria. Por eso le dedicó el libro a Eddy du Perron.

22/11/16

Sinceramiento musical

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Un día como hoy pero en casi todo el mundo se celebra el Día del Músico por una tal Santa Cecilia de Roma. Cecilia fue perseguida porque no quería casarse con el tipo al que la obligaba su padre. Es más, lo convenció al tipo, un tal Valeriano, de que no se casen si ella no quería. ¡Para qué! A Valeriano lo agarraron y lo condenaron a muerte. Cecilia le dio un entierro cristiano y fue condenada a morir ahogada en el baño de su propia casa con agua hirviendo. Como sobrevive, los funcionarios del Imperio Romano deciden decapitarla y a otra cosa mariposa.

No está del todo claro qué relación tenía con la música la compañera Cecila. Algunos dicen que "el hecho más probable para que se le relacione con la música es, porque desde muy joven y de acuerdo con las costumbres y tradiciones de las familias patricias romanas, Cecilia debió iniciarse y tocar algún instrumento musical, probablemente la lira, la cítara o algún tipo de arpa de las utilizadas por las damas de la sociedad romana". Otros dicen que cuando estaba por ser ejecutada se puso a cantar.

Para Día del Músico nosotros tenemos a Spinetta que sabía tocar de posta y lo festejamos cada 23 de Enero.



Un día como hoy, en cambio, recordamos y festejamos el 22 de noviembre de 1949, en el que Perón suprimió los aranceles universitarios. Un verdadero sinceramiento pero a favor del pueblo.

A partir del 2007 cada día como hoy celebramos el Día Nacional de la Gratuidad de la Enseñanza Universitaria por impulso de otra compañera que no será Santa pero es Cristina y que también es perseguida por hacer simplemente lo que le parece que está bien y no lo que le dicen que tiene que hacer.